Las relaciones entre los Estados Unidos y la República Dominicana deben estar marcadas por el respeto mutuo. La condición de ser una superpotencia no conlleva la línea de avasallar a los países pobres.
Poco importa la disposición del presidente norteamericano Donald Trump, la República Dominicana es libre y soberana, y dentro de la mayor cortesía puede llegar a una línea de buenas relaciones y convivencia con los norteamericanos.
La política recién inaugurada por Trump de deportación masiva de ilegales, crea un grave problema de conflictos con las naciones latinoamericanas. Los que emigraron buscando una mejor forma de subsistencia, ahora son tratados como delincuentes.
Latinoamérica tiene que pedir cordura y exigir respeto a sus ciudadanos, que son detenidos en plena calle y no se les da siquiera la oportunidad de buscar la ropa que ponerse.
La deportación de miles de dominicanos indocumentados, creará graves problemas económicos y sociales al país. Por lo pronto, las remesas llegarán a su mínima expresión, porque el dinero remitido por los ahora ilegales perseguidos no llegará a sus familiares en dominicana.
La política migratoria y la deportación de ilegales es una línea global, que sufren todos los países de la región. Cada cual deberá tomar las medidas que considere de rigor para proteger a sus migrantes.
El gobierno dominicano debe proponer que se respeten los derechos humanos de los detenidos, y que no se les trate como delincuentes, si no como refugiados del hambre y la miseria.
Colombia exigió que sus ciudadanos, ahora en el gran Norte detenidos, no llegaran esposados a su país, y ello le trajo una confrontación con los norteamericanos y amenazas de sanciones.
Las deportaciones van dentro de una política general del nuevo gobierno norteamericano, y es muy difícil que de manera unilateral pueda cambiar. Lo ideal sería una posición conjunta de todos los países de la región. Hay mucha desunión entre los gobiernos latinoamericanos, por lo que nada cambiará en el proceso de repatriación.
En cada uno de los países de la región, se deben mejorar las condiciones de vida de sus marginados, para que éstos no vean a los Estados Unidos como la tierra del gran sueño, a donde se puede ir como indocumentado.
Todavía no llega a la República Dominicana la recién designada embajadora de los Estados Unidos, lo que podría dificultar cualquier sugerencia nacional de buen trato a los indocumentados…Ay, se me acabó la tinta!.