El azar satura las calles dominicanas

Las calles dominicanas están plagadas de locales que ofrecen a la población la falsa esperanza de dar un golpe de suerte para hacerse rica. La creencia de que jugando a los múltiples tipos de loterías se puede alcanzar un gran premio está convirtiendo nuestro país en la “meca” de adictos al azar y soñadores ilusamente optimistas.

El fenómeno de la proliferación de bancas de apuestas se extiende por todos los rincones de la geografía nacional. Domina exponencialmente los espacios urbanos y rurales, abarrotando calles, avenidas, carreteras y callejones. Su presencia es tan imponente que, tanto a nivel visual como cognitivo, resulta imposible de ignorar.

Es dudoso que exista un dato exacto sobre la cantidad de bancas de loterías y apuestas que operan en la República Dominicana. Tampoco parece haber un registro exhaustivo de las nuevas bancas que se instalan a diario. Esto revela la existencia de una actividad respaldada por el Estado dominicano desde hace tiempo, que cuenta con diversos tipos de apoyo y protección institucional.

Todas las bancas cumplen la misma función, sin importar quién sea el propietario: vender números para sorteos de loterías, donde las probabilidades están evidentemente a favor de las bancas. Es, por tanto, un negocio sumamente rentable, con grandes beneficios y muy escasas probabilidades de pérdida o quiebra.

Existen bancas legales e ilegales, pero todas operan de manera indistinta. Sus locales están abiertos al público, y los jugadores, en su mayoría, no saben si están comprando números en un establecimiento autorizado o clandestino. En febrero de 2022, el presidente Luis Abinader intentó regularizar el sector mediante la emisión del decreto 63-22, que declara de interés nacional la regulación de las bancas de loterías.

Basado en dicho decreto, el Ministerio de Hacienda emitió la resolución 061-2022, que establece las normativas para la regulación del sector. Sin embargo, se estima que por cada banca regulada existen al menos tres sin regulación, lo que puede constatarse fácilmente al recorrer cualquier comunidad. En consecuencia, las bancas reguladas constituyen una minoría, y aún se desconoce con certeza cuántas operan en todo el país.

La resolución del Ministerio de Hacienda no establece una distancia mínima entre una banca y otra, lo cual ha permitido que se instalen una al lado de la otra, fomentando una apertura descontrolada y diaria de nuevos locales en todas partes.

El gobierno dominicano, como garante del interés público, debe redoblar esfuerzos para poner límites a esta expansión sin control. El mensaje que esta realidad transmite a niños y jóvenes es que el juego y el azar son el camino más accesible para asegurar su futuro, en lugar del trabajo, el esfuerzo o la educación.

El Estado debe intervenir con mayor firmeza para promover valores vinculados a la formación, la superación personal y el trabajo digno como vías legítimas hacia el éxito. Limitar la influencia del azar y la adicción promovida por las bancas de loterías y apuestas es una tarea urgente, especialmente si queremos evitar que estas prácticas se conviertan en el paradigma aspiracional de nuestra juventud.

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