“Gracias por dar la orden de que no me mataran en 1972”. La expresión de agradecimiento fue del doctor Joaquín Balaguer a Miguel Cocco, a quien dijo “Le debo la vida al profesor Juan Bosch y a usted que paró la ejecución”.
Pero, cuentan los que vivieron esos años de historia política que, un grupo cercano al Comando 30 de Mayo, que residía en Nueva York, había decidido hacerle un atentado al expresidente Joaquín Balaguer, que tenía una rutina de ir todos los miércoles a la biblioteca de Nueva York, situada al lado de la iglesia de San Patricio.
Resaltando que la relación de Juan Bosch y Joaquín Balaguer se inicia en la misma juventud, cuando uno vivía en la ciudad de La Vega y el otro en Santiago, Luis –El Gallo- Acosta Moreta relata que “El plan consistía en hacerle el atentado a Balaguer saliendo del ascensor, con los responsables siendo miembros de ese comando.
“En esa semana, el profesor Bosch había volado de Puerto Rico a Nueva York, buscando un permiso de trabajo, y que uno de los miembros del grupo que organizaba el atentado, le comentó a Bosch lo que se cocinaba”.
– No te conviene quedarte en Nueva York -le advirtió uno de los miembros- porque un miércoles de ese año, 1964, se efectuaría el atentado, a lo que el profesor Bosch respondió: – No se puede permitir ese atentado. Los militares balagueristas están conspirando contra el triunvirato, y en ausencia de Balaguer, podrían dejar de conspirar.
En los capítulos de su libro “La Casa del Presidente Joaquín Balaguer, Máximo Gómez 25 parte atrás”, que próximamente publicará Luis Acosta Moreta, se destaca que, “el profesor Juan Bosch le mandó una carta a Balaguer, entregada por una persona de su confianza (José Aguilar Kalimáno), quien la entregó personalmente a Balaguer. En esa escena, como testigo, estaba el periodista Gregorio García Castro, conocido como Goyito, quien hacía la función de secretario personal de Balaguer en la ciudad de Nueva York”.
– Le agradezco mucho, le enviaré mis gracias -respondió Balaguer, al recibir la carta. “Y así, Balaguer dejó de ir a esa biblioteca”.
Para contextualizar sobre el inicio de este artículo, es bueno resaltar que el escenario en el que Balaguer manifiesta su agradecimiento a quienes evitaron que lo mataran en 1972, fue en su propia casa, en la Máximo Gómez 25 (parte atrás), a donde había ido el dirigente peledeista Miguel Cocco, acompañado de Guaroa Liranzo, para negociar lo que fue el “Pacto Patriótico” que llevó por primera vez a la Presidencia a Leonel Fernández Reyna.
“El acuerdo patriótico en el que se juntan Miguel Cocco y (Manuel) Guaroa Liranzo, conjuga dos conductas políticas que vienen desde el mismo inicio del siglo veinte y que llegan ráfagas al sol de hoy. Son: la primera, relación implícita y a veces explícita que prevaleció entre Balaguer y Juan Bosch. La segunda: la conjunción de dos personajes que, en un momento de la historia, iban a matar a Joaquín Balaguer: Guaroa Liranzo y Miguel Cocco”. Cita el libro “La Casa del Presidente Joaquín Balaguer, Máximo Gómez 25 parte atrás”, que concluye El Gallo.
La participación del primero, es decir, Guaroa Liranzo, se describe con detalles en el capítulo “El Gallo Tapao, contenido en el libro que concluye Luis Acosta Moreta. La del segundo (Miguel Cocco), aparece en una entrevista que le hiciera el periodista César Medina, publicada en el Listín Diario, el 25 de abril del año 2009, bajo el título: Aduana frena corrupción.
⁃ César Medina: iEntonces, resulta que Balaguer no era el asesino aquel a quien tú intentaste matar?
-Miguel Cocco: Balaguer tiene una deuda de sangre con este pueblo, pero hay que recordar que nosotros le hicimos la guerra. Nosotros de un lado, ellos de otro.
⁃ Miguel Cocco: Nosotros lo queríamos matar.
-César Medina: Él nos quería matar.
⁃ Miguel Cocco: Esa es la verdad. Por eso es la historia la que tiene que ocuparse de ese juicio, como deberá la historia, también, juzgar nuestras acciones.
Respecto a “El Gallo Tapao”, relata en su libro Luis Acosta Moreta, que “un día, mientras bajaba la escalera de caracol que conducía a la barbería que estaba junto a la biblioteca, vi a Guaroa muy cerca de Chichita, susurrándole algo al oído. Me quedé quieto, bajé despacio dos escalones para tratar de escuchar y, efectivamente, logré oír claramente cuando ´el gallo tapao´ le dijo:
-Tú tienes que convencer a tu hermano de que me deje ser compañero de boleta. Yo soy la garantía de la casa y de todas ustedes.
Lo vi oprimiéndola por los hombros. Carraspeé para que se dieran cuenta de mi presencia y continué bajando. Ellos me vieron y se separaron”.
Narra que no pasó mucho tiempo antes de que esto se hiciera evidente. Balaguer convocó a la plana mayor de su intimidad para tratar un tema: la selección del candidato a la vicepresidencia. “Guaroa no estuvo en esa reunión”.
“Balaguer no le daba espacio a Guaroa en las reuniones del equipo de trabajo. Las reuniones comenzaban a la una de la tarde, y él tomaba un espacio para un refrigerio, un jugo de limón o jagua. Después de ese ritual, comenzaron a mencionar los nombres”.
-Bello Rocha -dijo alguien
-Milo Jiménez.
-Ese no, la gente no quiere saber de guardias, respondieron.
– Víctor Gómez Bergés
-Un no rotundo.
-Augusto Lora.
-Ni la cara lo ayuda.
-Fernando Álvarez Bogaert es el mejor.
“Entonces, dije: –Hay un gallo tapao. Todos me miraron”.
Balaguer comentó:
-Yo no creo en gallo tapao
Le respondí:
-No se apure, excelencia, que viene la asamblea y ahí se decidirá el asunto.
Sigue contando que, en febrero de 1982, a semanas de la asamblea, una noche, alrededor de la una de la madrugada, llegó al apartamento donde nos quedábamos Secundino –así le decía Balaguer a Saturnino- “y nos dijo: El doctor quiere que ustedes vayan rápidamente a la casa. Le dije a Samuel: -jQué diablo hicimos!. Cuando llegamos, Pérez Bello me indicó que subiera solo. Samuel se quedó abajo. Cuando llegué, sin mediar palabras, Balaguer se dirigió a mí y me preguntó: -Usted me dijo que hay un gallo tapao. Yo no creo en gallo tapao, quién es?. Le respondí: –Guaroa Liranzo. Balaguer lanzó un silbido y dijo: -jOye a este!. -Bueno, doctor, en esta casa hay gente con muchos poderes, y uno, a veces, no sabe cómo actuar porque no sabe cómo reaccionaría usted si le decimos las cosas tal como son”.
Balaguer contestó: -Pues dígame, yo soy el dueño de esta casa y ustedes trabajan para mí, dígame de una Vez. Le expliqué: -Bueno, lo que ocurrió fue que, a finales del año pasado, bajando la escalera de caracol, escuché cuando Guaroa le decía a Chichita que hiciera todo lo posible para que usted lo llevara como vicepresidente en las próximas elecciones, 1982.
Bajando la cabeza, llevándose la mano derecha a la barbilla, Balaguer dijo, en tono bajo, como para sí mismo: -Por eso, las dos vinieron hoy temprano a pedirme eso. (Se refería a Chichita y a doña Emma).
“Al día siguiente, Guaroa me esperaba. Subimos a la biblioteca. Sacó un revólver de oro, lo colocó sobre la mesa y me dijo: -Tú ves ese revólver. Si nadie le pone la mano dura ahí, estará ahí cien años. De lo contrario, puede dispararse. Le respondí: -iMe estás amenazando?. Guaroa se retira, cuando empezamos a trabajar le dije a Balaguer que este me estaba amenazando e intimidando con un revólver y me respondió: -No le haga caso, tú trabajas conmigo, no con él.
Y…ESTA ES LA HISTORIA!