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El desbarranque institucional y el Tribunal Constitucional

El descrédito de la actividad política, es una acción que viene impulsada a nivel mundial por sectores fácticos que no se sienten cómodos con los órdenes sociales, económicos e institucionales establecidos en los países y regímenes donde coexisten.

En realidad, ya se ha construido una teoría conspirativa que, apunta hacia la destrucción total, para una reconstrucción del mundo conocido. En esta locura se asume como sintomático, el afán de algunas hegemonías mundiales, por la guerra total e inclusiva de todos los actores del tablero geopolítico; y es aquí, donde cabe la pregunta clave: ¿Quién reconstruirá?
En nuestro país, los actores políticos internos, han cooperado bastante con un partido político extranjero, llamado “Sociedad Civil” que, es la punta de lanza de los actores hegemónicos que, buscan el descrédito de la actividad política, comenzando por desacreditar en primer lugar a los políticos nacionales.

Este partido político extranjero, es un enemigo jurado de República Dominicana, que ha llevado la voz cantante en las cortes y organismos internacionales, acusando a nuestro país de apatridia; defienden los derechos humanos, pero solo de los haitianos inmigrantes.

Y personajes distinguidos como estos, mantienen sus traidoras voces en los programas televisivos de nuestras ciudades, justificando sus acciones. Los premios a sus acciones anti Patria, son puestos de embajadores, y direcciones en puestos claves de los consejos de migración.

No debemos negar que los partidos políticos dominicanos, han cooperado con el destino que se le ha diseñado desde fuera de las fronteras del país; cuando permiten que a los puestos de elección popular accedan personas con bajas calidades para representar los intereses de la Nación.

Si bien, dentro del cuerpo de legisladores existen personas preparadas intelectualmente para ejercer las funciones de que son responsables; en cada elección en el país, salen electas personas con bajos niveles de escolaridad, o con títulos comprados, cuyos principios morales son tan flexibles como su educación, lo que, sin lugar a dudas es un terreno fértil para la corrupción y los negocios turbios.

A diario, se escuchan las voces de los comentaristas detractores de la política, muchos de ellos defensores y simuladores agazapados en los recursos del narco, justificando a unos y embarrando a otros, para igualarlos a todos, y así justificar la puñalada trapera, con se quiere premiar a la dominicanidad.

Para completar el panorama, el honorable y patriótico Tribunal Constitucional presidido por el Dr. Milton Ray Guevara, ha pagado la osadía de la patriótica sentencia 168-13 que, puso en alto la nacionalidad y que estorbó de manera atrevida, la agenda extranjera preconcebida para destruir el legado de Juan Pablo Duarte.

Ese Tribunal Constitucional que, habrá de pasar a la historia por su heroísmo, ahora ha sido sustituido por un instrumento al servicio de los traidores y las fuerzas extranjeras que, ejecutan de manera quirúrgica la destrucción de La Nación.

Dos sentencias en menos de 6 meses, han golpeado de manera contundente la institucionalidad y los intereses de la República Dominicana; con la primera de ellas el actual Tribunal Constitucional, presidido por Napoleón Estévez Lavandier, entrega de manera olímpica nuestro litoral marino a Los Países Bajos, a cambio de un voto favorable ante la OEA, para un representante de los intereses foráneos llamado Roberto Alvares, quien es Ministro de Relaciones Internacionales.

Con la segunda sentencia, este Tribunal se inmiscuye en la legislación electoral, para favorecer a quienes pretenden desmontar, lo que sus adláteres llaman el feudo de los políticos; desmontar el reglamento electoral que ha imperado hasta ahora, es atentar contra la institucionalidad democrática del país, y convocar los demonios de los gobernantes improvisados.

Pero sabemos que la intención de los jueces con esa sentencia que facilita los candidatos independientes, no busca exactamente convocar un demonio, sino dar facilidad al partido extranjero que con los fondos que obtiene de los organismos internacionales que lo sostienen, fabrique un candidato a la imagen y hechura de sus protectores extranjeros.

El candidato independiente ha sido facilitado con ese fin; ahora ¿qué pasará, cuando el narco ponga todo el dinero del mundo en la calle para poner su propio presidente, con o sin la intervención de un partido político?
Este Tribunal Constitucional está poniendo en peligro la nacionalidad dominicana, actuando apegado a los intereses foráneos que buscan la fractura de nuestras costumbres y nuestras instituciones.

Si no paramos con tiempo, las acciones de instrumentos como este, muy pronto, lloraremos como niños lo que no queremos defender como patriotas conscientes de su deber.

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