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A Pleno Sol      Los derechos Humanos

Setenta y cinco años después de firmada, la Declaración Universal de los Derechos Humanos se viola en todo el mundo. Surgen nuevas variantes de discriminación, abusos y atropellos, sin que nadie le ponga fin.

En  1948 surgió la esperanza de un mundo mejor, que se esfuma con el correr de los años, y ayer como hoy, los poderosos de ocasión humillan y rasgan las fibras más sensibles del ser humano.

 Una de las principales violaciones  es mantener el hambre, la miseria, el analfabetismo, la discriminación, la persecución religiosa y ser dueño y señor del derecho a la vida.

 Hace 75 años se plantó la esperanza de que  “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.

Hoy, como en los días de la revolución francesa, embrionaria de la lucha por las libertades y el respeto individual y colectivo el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad.

El mundo vive en convulsión. Los países del tercer mundo se arrastran en la lucha momentánea  por un poder mediático que no se usufructúa plenamente. La dependencia económica, política y social mantiene en la ignorancia, la exclusión  y una existencia dolorosa, a la mayor parte de la humanidad.

No pasa de ser una simple retórica, cuando se revisa la parte final de preámbulo de la Declaración y   se palpa que la lucha sigue en pie, vigente, sin descanso para qué  “los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.

En la mayor parte del mundo se vive en la barbarie, con regímenes dictatoriales, discriminatorios  y desconocedores del derecho a la vida. La Aplicación  estricta de un régimen de entendimiento donde el hombre salga de la miseria, de la ignorancia y pueda ganarse el pan diario con el sudor de su frente o producto de su intelectualidad está  todavía en el rincón de las esperanzas.

En la República Dominicana hoy tenemos  un régimen de derecho, no hay presos políticos, hay problemas económicos y se sufren los lastres del sub-desarrollo, pero, en lo individual y lo colectivo, se dan pasos para afianzar la democracia y el Estado de derecho. Sin libertad no hay paz. ¡Ay!, se  me acabó la tinta.

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