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Incidencias de los escándalos y procesos judiciales en República Dominicana

Existe la falsa percepción de que a partir de los escandalosos casos de corrupción, y los abultados expedientes judiciales que se manejan en el país, las cosas serán diferentes para la República Dominicana. Lamentablemente, eso es solo un sueño que adormece la ingenuidad de muchos.

El caso de Odebrecht desatado en el pasado gobierno, sometió y difamó connotadas figuras públicas, que, aunque, un accidentado proceso judicial haya declarado inocentes y libres de sospechas, están manchados y señalados en el imaginario popular.

Mientras en el país donde se descubrió el entramado de corrupción de la empresa constructora brasileña, no hubo sometimiento alguno a la justicia, ni a la empresa, ni a los funcionarios involucrados.

El impasse en EEUU, se resolvió en una corte del condado de Brooklyn, en la que el juez Raymond Dearie dictaminó que la constructora Odebrecht debería pagar US $2,600 millones de dólares, en el marco de un acuerdo alcanzado entre las partes.

De esa cantidad de dinero, la constructora pagaría US $93 millones a Estados Unidos, US $2390 millones a Brasil y US $116 millones a Suiza, según un cable informativo de la agencia Reuters fechado el 17 de abril del 2017.

Sin embargo, en un pequeño país caribeño como el nuestro, a pesar de que el Ministerio Público alcanzó y firmó un acuerdo con la constructora Odebrecht, sus autoridades políticas y judiciales, condenaron a la sociedad a una larga saga judicial de la que no ha salido ningún provecho para ninguna de las partes.

Al principio del proceso, los involucrados señalados por el MP eran más de una docena; luego por favoritismo político, algunos fueron sacados del expediente; finalmente, en un largo proceso judicial que sé tomó más de 5 años, se terminó con 6 acusados, de los cuales 4 fueron exonerados y dos fueron condenados; valga aclarar que solo uno de ellos por el delito de soborno.

¿Cuánto costó al Estado y al pueblo dominicano, esta mascarada judicial?, ¿Cuánto se habría ahorrado la justicia, de haber seguido el ejemplo de los países desarrollados? La natural deducción es que no se buscaba hacer justicia; creemos que las autoridades que representaban al Estado en este proceso tenían otros objetivos.

Hoy tenemos el destape del caso Medusa, que involucra al exprocurador de la República Jean Alain Rodríguez. Este señor usó el mismo esquema qué usó su jefe político, a la sazón presidente del país; con Joao Santana Figuereo comandando una campaña de descrédito contra sus competidores partidarios internos.

Según las evidencias del MP, según los testigos a cargo que han devuelto alrededor de RD $800 millones de pesos, Jean Alain Rodríguez puede resultar culpable de las acusaciones en su contra, o por la destreza de sus abogados puede salir exonerado de los tribunales de justicia.

Pero, por solo citar el caso del exprocurador, ¿cambiará este proceso, y los otros que se siguen, el comportamiento social dominicano?.

Si se comprueba el alegato del MP que, involucra en el entramado de Jean Alain, a las empresas del ministro de la Presidencia, hoy en licencia, estaremos frente al caso, de que se remeneo tan fuerte el altar, que se cayeron los santos, y con ellos las bases del actual gobierno.

En cualquier esquema de corrupción, donde haya soborno o extorsión para conseguir o dar contratos del Estado, hay dos corruptos; quien ofrece el soborno, y quien lo acepta; y en caso contrario, quien extorsiona, y el que se deja extorsionar en orden a conseguir el contrato.

¿Cambiará el país, después de casi dos siglos de vida republicana, viviendo de esta manera que hoy queremos condenar?.

No creemos que las familias de los muchachitos corruptos que, hoy encabezan los grandes escándalos de corrupción en el país, los hayan mandado a suntuarios colegios y universidades a estudiar y a formarse para ser corruptos; creemos que la intención de esas familias fue crear hombres y mujeres de bien.

¿Quién los corrompió? Pues, los corrompió una sociedad que los hizo desbordar sus expectativas económicas y sociales; y que les enseñó normas de comportamiento y prácticas de negocio impúdicas, que ellos fueron incapaces de rechazar.

Jean Alain, los Medinas y todos los acusados de corrupción, pueden ser encontrados culpables y condenados; pero eso no cambiará la esencia de una práctica de siglos en la vida dominicana.

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