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La familia de la cúpula en el PLD

Los pucheros que hacen algunos dirigentes del partido gobernante, ante la repartición de las vacantes dejadas en el CP por los seguidores del Ex presidente Fernández, tienen su explicación; nunca antes en la historia política del país, hubo tantos privilegios para una casta de dirigentes, como los que existen en ese organismo.

Contadas son las excepciones, tanto en el CP, como en el Comité Central de los dirigentes del PLD que no se han contaminado con las diferentes prácticas de corrupción dentro del Estado; estas altas instancias partidarias han dejado de tener importancia política, para pasar a ser posiciones potenciales de negocios en los estamentos del gobierno.

Los doctores José Joaquín Bidó Medina y Ramón Andrés Blanco Fernández, encabezan el breve listado de personas que han conservado su honestidad en las diferentes funciones que se le han confiado dentro del Estado. Así como ellos existen miembros del Comité Central, que no tienen la necesidad de pronunciar la frase de que “volé sobre el fango sin ensuciarme las alas”, porque ellos no han permitido que el lodo se les acerque.

La cúpula es una “familia”, que no solo se granjea decretos para ellos, sus familiares y relacionados, sino que desde las posiciones que detentan, se reparten favores que no tienen que ver o ser conocidos por el Presidente; intercambian posiciones y contratos dentro de sus dependencias.

Un ejemplo claro de lo que acabamos de decir, ha sido el escandalo destapado por el periodista Marino Zapete, cuando hizo público un informe elaborado por un abogado amigo suyo, que investigó las relaciones de una hermana del Procurador General de la República con el Ministerio de Obras Públicas.

Este Procurador, tiene una madre que es embajadora del país en una importante embajada en el extranjero, pero además una hermana empleada en OISOE, que por demás recibe el favor de contratos por 14 millones de dólares sin concurso del Ministerio de Obras Públicas.

Pero así como con el Procurador, si seguimos el en tinglado de las familias de los miembros del Comité Político, nos sorprenderíamos con la variedad de cargos entre hijos, hermanos, primos, novias y hasta compañeros de estudios y amigos lejanos de las novias o queridas de estos renombrados señores.

A eso devino este partido fundado por Don Juan Bosch; a un engranaje de poderes para beneficios particulares, que se mantiene activo por el poder estatal y que cada cuatro años, despierta una enorme maquinaria electoral para mantener el dominio de los poderes públicos; cualquier parecido con el decadente PRI mejicano es pura coincidencia.

Alertar las bases, que no tienen ninguna culpa del descalabro moral de este pináculo de dirigentes, es un deber de todos los que hemos despertado del idilio partidario que creamos junto a Don Juan; es un deber para con todos aquellos que convencimos de venir a nuestros círculos de estudios, en los que le imprimimos el amor por ese partido y le enseñamos a compartir su desaparecida mística.

Es un deber, y una tarea que debemos compartir, sin rencor; pero con la conciencia clara de restañar las heridas a la Nación, y reencausarla a un destino donde exista un régimen de consecuencias que nos abarque a todos.

 

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